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GoldenBlack Quartet: Miguel Eizmendi, Rafael Manero, Natxo Zurbano y Paco Frías (bajo, barítono, tenor segundo y tenor primero) | ||
Acabo de ver la magnífica fotografía de Erauskin y Eizmendi, bailando la
Ezpata-dantza con los Picos de Europa como telón de fondo. Xavier tiene el don
de conmovernos y de arrancarnos una sonrisa, cada vez que nos cuenta uno de los
“susedidos”, a medida que él mismo los va descubriendo en sus diarios:
unas pequeñas libretas, escritas con letra menuda, que ahora empiezan a
despertar, después de un sueño profundo y dilatado de 50 años. Esta fotografía
es una muestra de lo que son los diarios. En ellos aparece el paisaje y el
“paisanaje”, pero en vivo y en movimiento.
La sensación de vida, de travesura,
de pirueta juvenil que refleja esa foto es como un aire fresco que se nos cuela
en el alma y nos hace recordar y sonreír en la distancia. Este enero pasado ha
hecho ya 27 años que murió Miguel Eizmendi. Esta foto de Erauskin me ha hecho
recordar especialmente al que ya no envejecerá nunca. Y me han dado ganas de
enviar al blog un par de instantáneas en las que aparecemos “el cuarteto”. La
mano derecha de Miguel insinúa un gesto con el que dirige lo que estamos
cantando. Estamos muy serios. Como si fuéramos en plan “tantum ergo”, o “que las
sombras avanzan, Dios mío”, o algo así. Pero no éramos tan pelmazos. Cantábamos
cosas más divertidas como el “Oh Pepita”, “El menú” y otras músicas a las que
Erauskin puso letras inefables.Sí, como quería A. Machado
(..y una ilustración sonora para ambientarse, aunque no sea uténtica >> ) Aquel
Ochote...Agustín
Rodríguez Fernández (17 de febrero de 2010) Gira de Conciertos del Coro de Cámara de voces graves de la Schola Cantorum de Comillas por Europa: Federico Nalda Terroba. 1961 Agosto 1961. Día 7. Nos concentramos en San Sebastián. Algunos dormimos en el piso de Albistur (miembro de la Schola) que nos ofrece su hospitalidad. Día 8. Viaje matinal hasta Irún en tren. Reunido el grupo, iniciamos el viaje en un autocar de carrocería muy llamativa y lujosa de una empresa de Elizondo. Paso de frontera por Beobia y comida en Bayona. Llegada a Burdeos. Cena y concierto; unos 70 oyentes tan sólo. Dormimos en el Seminario Menor. Día 9. Salida para Angoulême. Cantamos en una misa. Comida en un hotel invitados por el Sr. Le Lieut-Colonel Charre. Asistimos a Vísperas en la Catedral.Visita libre por la ciudad. Concierto en la de misa de 6 de la tarde. Cena en el Seminario presidida por el Sr. Vicario General. Breve ensayo y tertulia en el patio amenizada por Paco Frías. Examen en la Capilla y descanso. Día 10. Desayuno en el Seminario. Llegada a Poitiers. Comida en los jardines de un Reformatorio cerca de Fontevrault. Nos obsequian con un vino. Llegada a la Fléche. Cena en familias. Concierto en la Parroquia. Llegada a Solesmes. Dormimos en una casona cercana al Monasterio. Día 11.Participamos en la Misa Conventual de la Comunidad monástica. Los monjes nos obsequian con unas garrafas de sopas con leche como postre. Vísperas solemnes. Concierto en la población cercana de Sablé. Regresamos a dormir a Solesmes. Se queda el grupo de compañeros “Gregorianistas” para realizar el curso de perfeccionamiento de gregoriano. El P. Prieto se hace cargo de los gastos con los ingresos de la gira de conciertos que realizamos. Día 12. Partimos de Solesmes después del almuerzo de mediodía. Llegada a Chartres. Cena en casas particulares. Concierto. Breve visita nocturna para ver la Catedral iluminada. Alojamiento con las mismas familias. Día 13. Misa en la iglesia de Saint Aignant. Visita a la ciudad .Comida con las familias. Salida a las de la tarde para ¿Muids?, un pueblo turístico cerca de Rouen. Concierto. Seguidamente ruta a las 12 de la noche hacia Bruselas. Día 14. Llegada a las 8 de la mañana a Bruselas. Misa y desayuno en el Colegio de los Jesuitas (Rue des Ursulines).Interpretación de Concierto grabado en los estudios de Radio Bruxeles. Comida. Siesta. Visita al centro histórico con la catedral de Santa Gúdula. Cena en el Centro de la JOC. Alojamiento en el Colegio de Jesuitas; el Padre recepcionista nos muestra su desagrado por nuestra tardanza en regresar (¡eran las 19´15!). Tiempo lluvioso y frío; nativos con abrigo o gabardina. Día 15. Desayuno en el Colegio. Visita a la ciudad en autobús; el Atomium. Salida para Mons donde comemos en el restaurante de la estación ferroviaria. Llegamos a Cambrai. Cena en el antiguo Seminario. Concierto en una parroquia; auditorio numeroso y entusiasta. Alojamiento en familias. Día 16. Cantamos de nuevo en la misa de las 12; mucha gente.Comida en familias. Nos obsequian con una caja de caramelos “Betisses de Cambrai” típicos dulces de la ciudad. Despedida entusiasta. Salida a las 3´30 hacia Namur (Bélgica). Llegada y actuación en las misas de 6´30 y 8 de la tarde; mucha gente. Cena y alojamiento en casas particulares. Día 17. Misa en la parroquia de Salzines. Desayuno, visita a la ciudad y comida. Llegada a Huy: visita a la ciudad; viaje en el teleférico sobre el río. Concierto en la Colegiata. Cena y alojamiento en casas particulares. Constatamos el cariñoso respeto que tienen a la reina Fabiola (“notre reine bien aimée” como dicen ellos). Día 18. Visita al Museo Comunal y al tesoro de la Colegiata. Comida. Llega a Liége. Cenamos en un restaurante próximo a la iglesia de Santiago. Concierto en la iglesia de Saint Denis. Dormimos en un colegio a 16 kms. Día 19. Pasamos de Bélgica a Alemania. En la frontera visita al Cementerio de los soldados americanos muertos en la guerra mundial (miles de cruces en inmensa explanada).Llegada a Aachen (Aquisgrán). Comida espartana. Visita al Vicario General en la Curia. Llegamos a Kempen (Tomás de Kempis). Concierto en la parroquia. Una señora traduce al público las introducciones en francés del Padre Prieto a las obras. Cena y alojamiento en casas particulares. Día 20. Misa y comida en Kempen. Llegada a Mönchen Gladbach. Concierto; asisten bastantes emigrantes españoles. Emoción y alguna lagrimilla al escuchar “Madre de amor y consuelo…”. Alojamiento en casas particulares. Día 21. Después de la misa, paseo por la ciudad y su parque. Comida “sui generis”ya que es viernes, día de abstinencia: ensalada, huevos dulces, sopa de tomate dulce, sin pan, ni agua, ni vino. Ruta pasando por Colonia y Bonn, valle del Rhin, hasta el monasterio benedictino de María Laach. Asistimos a Vísperas monásticas en gregoriano ”more bárbaro” que contrasta con el estilo de Solesmes. Estaba claro que esa comunidad era más especializada en estudios litúrgicos (Prof. Odo Cassel). Alojamiento en el monasterio en medio de una paisaje maravilloso. Día 22. Misa. Ruta para Koblenz; puente del Rhin y comida en la estación. Continuamos hasta Giessen, región con predominio protestante. Concierto. Alojamiento en Caritas Haus, residencia de estudiantes. Seguimos contactando con emigrantes españoles: nos explican su situación socio-laboral. 23. En la Capilla cantamos la Misa “De Ángelis” y otros cantos del pueblo. Por la tarde paseo al lago de los cisnes. Concierto y cena con el Sr. Director de la Residencia. Día 24. Ruta hacia Colonia; visita a la Catedral, arqueta-relicario de los Reyes Magos. El P. Prieto nos acompaña a una tienda con precios de descuento donde compramos relojes-despertador, máquinas fotográficas, transistor Grundig… Comida en el restaurante de la estación. Pasamos por Aachen en dirección a la frontera con Holanda y llegamos a Maastrich. Cena en “El Paraíso”. Concierto en la Iglesia de San Matías; aplausos entusiastas y refresco. Alojamiento en un Colegio. Día 25. Misa. Desayuno en “El Paraíso”. Visita a la ciudad y sus dos catedrales. Comida y pequeño concierto. Salida para Spa. Concierto. Cena y alojamiento en casas particulares. Día 26. Misa en la Parroquia. Ruta por una región turística de Bélgica. Comida en el campo. Por la tarde llegamos a Reims. Concierto ; pocos asistentes. Cena y alojamiento en el Centro de los “Pueri Cantores” de la Catedral. Día 27. Misa en la Catedral. Ruta y comida en Soisson. A las cuatro de la tarde llegada a París. Lluvia.Breve garbeo en grupos por el Barrio Latino hasta la hora de la Cena en restaurante de la Rue de l Árpe; pequeño despiste orientativo de Luis Mª Centeno y Federico Nalda que no lograban dar con dicho restaurante pues preguntaban por la Rue de la Lyre. Concierto en la iglesia de Saint Severin (Barrio Latino) famosa por las innovaciones litúrgicas previas al Concilio Vat. II. Amplia visita nocturna en autobús por el centro de la ciudad. Alojamiento en la cercana Maitrise de Notre Dame (Centro de los Pueri Cantores). Día 28. Misa en Notre Dame. Sigue la lluvia.Visita al gran establecimiento comercial La Samaritaine (una novedad para nosotros). Comida en la Petite Hosteleríe. Subida a Monmartre, Le Sacré Coeur, Saint Pierre (donde se gestó la Compañía de Jesús con S. Ignacio,y S. Francisco Javier). Cena en la Petite Hosteleríe. Breve concierto en la Misión católica Española (Rue de la Pompe), regentada por los PP.Paúles. Alojamiento en la Maitrise. Día 29. De mañana salimos ya de regreso hasta Limoges. Comida en el campo. Visita a la Catedral. Nos acomodamos en el Seminario Menor. Concierto del programa religioso; bastante gente. Seguidamente cantamos en la Plaza parte del Programa profano. Día 30. Salida hacia España. Comida en ruta una vez pasado Burdeos. Frontera de Irún. Apurillo en la Aduana cuando alguien fue reclamado por los gendarmes para que bajara del autobús a abrir su maleta y con reflejos ocultó el transistor Grundig colgado del cinto debajo de la sotana (¡!).Cena en San Sebastián. Algunos nos alojamos de nuevo en casa de Albistur. Final de la Gira. Una experiencia gozosa y única. ¡DEO GRATIAS! Nota: Durante la Gira, antes y después de cada concierto, dos seminaristas se encargaban de ofrecer al público la venta de los tres discos en polivinilo que habían sido grabados por toda la Schola en el curso recién concluido: * Discografía PAX 1961
De esta manera el “Eco de nuestras voces se fue quedando en numerosos hogares de esos países de Europa como sonoro testimonio de la brillante trayectoria de nuestra Schola Cantorum de Comillas. Federico Nalda Terroba (Tenor 1º en la Schola de 1958-1963)
NUESTRO SEMINARIO "RESTAURADO" por José Manuel Ruiz Marcos (8 de agosto de 2010)
„Estos,
Fabio, ay dolor, que ves ahora, Intento relatar mis impresiones de las tres horas que estuve en la Casona el 14 de junio. Tres horas de coágulos entre hacer memoria, acallar sentimientos, pergeñar premoniciones y soslayar temores. El serial de fotos del día aquel en que las masas invadieron la exposición de los restos, ya largo tiempo en nuestro blog, me ha ayudado después a recordar detalles, y ayudarán a los que lean estas líneas a seguirme en los azares nada previstos de mi visita, con los que, casi tan inerme como cuando llegué hace setenta y dos años, me tocó enfrentarme. Ya desde fuera, llaman la atención las ventanas redondas de „ojos de buey“ en el piso superior. No son "innovación" sino vera restauración del diseño primitivo de Domenech. Yo las conocí en el original cuando llegué de pipiolo el 1938, eran los accesos a la luz de las minúsculas camarillas corridas donde dormíamos los pequeños. Nuestro Rector, José Escudero, las mandó cortar y ampliar, haciéndolas cuadradas y pasando un tabique por el medio para que cada una diera luz a dos diminutos cuartos del Filosofado, y se dotó a cada aposento de unos escalones para acceder al cierre de cada ventanita. Así me las volví a encontrar al llegar de las vacaciones de verano a empezar el curso 1939-40.Quedaron sin recortar y circuares los ojos de buey que finalizaban los torreones de escaleras, a la izquierda y derecha de la iglesia. La versión actual conserva las dimensiones circulares de Domenech, pero más atrevidas,más "protagonistas" y menos incorporadas, a mi juicio, en la construcción total. Restaurada aparece la fachada con el reloj, que ya funciona, pero no da campanadas cada hora sino en algunas selectas y bien escogidas. Rehechas las estatuas de la Iglesia y la Sinagoga, ésta con el cetro más roto de lo que conocimos, respetando cómo se lo dejó el paso a estado ruinoso. Sin retocar, por indestructibles, las puertas de bronce de las siete virtudes. Pero a su lado, pegadito como estaba al muro de la escalinata de acceso pero ya en el jardín, se echa de menos al naranjo „kumkat“, la especie enana que un jesuita, contaron, había traido hace setenta años de Jerusalén, un arbusto de naranjas ovaladas, cuajado de espinas como las de la corona de Jesús en la Pasión. No es la única de las especies singulares que manos amorosas de misioneros jesuitas fueron trayendo de lejanas tierras para ornar la fachada y que han desaparecido sin dejar rastro. Entrando ya a las que se llamó „mansiones nobles“, hay que decir que el vestíbulo es más solemne que el que conocimos. El piso, las luces, los colores, las imágenes de la pared, todo nuevo y fastuoso, pero conservando el estilo inicial. Intactos quedan rincones de la „sala de visitas“ para las reuniones familiares, ¿los recordáis?...los ojos se me fueron hacia una esquina sagrada para mí, porque en ella vi a mi madre, por última vez en la vida sentada y de pie, meses antes de su muerte. Al llegar a la escalera se echan de menos dos detalles casi sacrosantos: el busto del Marqués y, en el suelo, al león con imposibles trece garras, la alusión al papa León Trece. Había visto ese símbolo, partido por la mitad, en mi visita hace dos años, yacía en el ámbito de la iglesia: ha desaparecido totalmente. Sigue en su sitio la solemne doble escalinata, las figuras dantescas de animales horripilantes y los frescos con la Filosofía y la Teología. La capilla doméstica permanece cerrada e inaccesible, no así el Paraninfo, de nuevo en todo su esplendor. Restaurado y bien por cierto, el séquito de santos de la Iglesia, arriba en la tribuna. Dejando a la derecha el Paraninfo, tras la puerta transparente de por medio, entramos al ala este, a lo que ya está casi todo „re-construido“, es un decir. Aquí empiezo ya a perderme debido a mi tozudez en imaginar, recordar y hacer comparaciones. Me pierdo sin remedio buscando algo que me evoque a la enfermería con sus aposentos individuales, al botiquín del Hno. Castillo e intento, sobre la enfermería, percibir los correteos de los teólogos en el piso superior. Porque de los dos pisos se ha hecho uno en parte del ala este, para dar sitio a la biblioteca y a una sala de reuniones. Es comprensible que haya cambios, que estos tengan que ser profundos. Porque se ha dotado al edificio de lo que nunca tuvo: de ascensores, de calefacción, de agua corriente por todas partes, de habitaciones con WC y con ducha, con aire acondicionado. Y todo eso necesita espacio y estructuras nuevas. Pero los cambios son tan notables que para mí ya no se puede hablar de „restauración“. No digamos nada lo que nos va a extrañar nuestra Casona cuando el ámbito de la iglesia, hasta ahora lleno aún de grúas y de andamios, sea abierto al público como museo o sala de conciertos, según dicen. Ya a la puerta de la iglesia, la de la entrada con las dos cabezas, la de la bella mujer a un lado y su calavera en el otro, extrañamos el ambiente, falta la oscuridad que propiciaba antaño recogimiento, invitación a meditar lo que pedía el piso de piedra oscura, las puertas pesadas .Ellas son ahora transparentes, el piso de piedra fue sustituido por azulejos blancos, con más aires de sala de OP que de entrada a la oración y al recogimiento. Empiezo a sentir que en esta visita el alma empieza a caérseme a los pies. Porque lo que voy echando de menos es precisamente ella, el alma. Nuestra alma. En la azotea con fachada a la iglesia y a las ventanas del teologado, admiro la intensidad tan bien recuperada de los colores de los azulejos con el sempiterno AVE-MA-RIA y el JHS, las tres iniciales del nombre de Jesús, tan ignacianas. Otra vez me molesta allí que al ámbito de la azotea, tan propicio al pasear, que invitaba a conversar paseando, se le haya intubado en una construcción de cristal, cerrada y sin paso al aire, con altura para circular por ella sin que se escape el aire acondicionado. Abajo, en medio del jardín interior, la aparición más extraña, toda ella bien destacada en la serie de fotos de nuestro Secretario: un templete con andares de fortín para acoger la fuente de agua, dizque imitación de algo muy usual en claustros benedictinos, pero no tanto en baluartes de la Legión de Loyola, por lo que queda ininteligible y sin relación con el entorno ni con la historia. Sobre el suelo, elegizando lo que fuera rústico jardín, hileras de plantas todas iguales y en estricta formación militar, en el espacio que les dejan varios recipientes de cristal , en formación de desfile ellos también, cada uno con su foco diminuto encima, que dan luz a las hoy lujosísimas catacumbas, también prolijamente fotografiadas, de lo que fue aljibe, ahora reseco, de aguas internas, en recintos que no conocimos, destinados seg ser salas de exposiciones.Me sentí indio de Chichicastenango, uno de tantos ejemplos de „restauración“ cristiana en Guatemala de templos paganos Los clérigos colonizadores destruían sin piedad las mansiones de los dioses „falsos“ para levantar allí mismo templos al dios verdadero. No sabían que lo decisivo para aquellos indios creyentes no era el edificio, sino el lugar, el sitio aquel que había sido e iba a seguir siendo sagrado para siempre. Pude ver en varias ocasiones cómo, después de la misa, instalaban a lo largo del pasillo interior sus símbolos y sus emblemas en diversas estaciones, que recorrían rezando devotos como si fuera el Via Crucis, mientras que, ante la puerta, decenas de ellos balanceaban al viento incensarios rústicos, hechos los más de botes de hojalata, como si quisieran reconsagrar con aromas de la selva la morada de los dioses expatriados. Ése será posiblemente nuestro futuro. A pesar de los pesares, hay que decirlo también, yo me siento más en casa en la cumbre hoy colonizada de La Cardosa que en los parajes inhóspitos de Canto Blanco, lo que se llama Comillas/Madrid. Con pasos cada vez más cortos de indio viejo seguiré subiendo a la cima, al lugar sagrado, agitando el incensario de mis recuerdos: Aquí, el comedor de los menores, la cocina con el ascensor único en la casa, para subir la comida al piso superior, al comedor de teólogos y filósofos; abajo y en la esquina el de los Padres, arriba la enfermería con su comedor, haciendo también esquina; abajo la ropería, y más abajo aún, en el sótano, las duchas semanales… En esa iglesia te ordenaron, por ese jardín paseaste rezando el rosario y meditando sobre el principio y fundamento, sin tropezar con esas latas imposibles en torno al fortín fachendoso. A lo largo de esa fachada sur cuajada entonces de rosas, de calas, de geranios, con árboles traidos con amor de distintas partes del mundo (que han desaparecido también como el naranjo enano) desfiló la casa entera cantando en procesión los finales del mes de las flores… El lugar, la Cardosa, seguirá siendo sagrado para los indios viejos, balanceando incensarios que exhalan aromas eternos, y con nuestra almas agitándose también sin parar, porque todo son recuerdos. Mientras, los colonizadores celebrarán adentro sus fiestas, concederán diplomas e invitarán a asambleas de alto nivel con traductores simultáneos. La puerta de entrada a la iglesia, ahora toda luz y con suelo de azulejos blancos, será nuestro muro de las lamentaciones. No osaremos tal vez entrar en lo que fue escenario del ágape para no morir de saudades y tristezas. ¡Milagro! Alguien queda allá arriba. por encima de la balaustrada, cara al Cantábrico agreste. No la han desmontado, los invasores, a ella: a la „Estrella de los mares“. Allí sigue, impasible en la sempiternidad de su granito, desafiando a pie firme tormentas junto al pararrayos. Mirando al mar y a la inmensidad, que son,como ella, los mismos de siempre.¡Qué sola debe ella también de sentirse! ¿Te acuerdas, madre, de cómo era todo abajo?, menos mal que a ti te dejaron…le cantaremos bajito cuando nos perdamos sin ganas cuesta arriba, con el corazón estrujado por recuerdos que no quieren irse, los mementos de tanto que fue. José Manuel Ruiz Marcos
“PIRIPITINES” (5 de noviembre de 2010) Estos recuerdos del Cincuentenario (1942) me llevan en volandas a los del Centenario, en 1992. Lo organizó sin piedad Comillas/Madrid, Nos puso enfermos a todos de incurable nostalgia. Poco sabía sabía allí a comillés, fuera de las albas y estolas de las docenas de concelebrantes. Imaginaos que fue una misa inaugurando el curso escolar, pero sin los cantos tradicionales comilleses,(el “Tota pulchra” de Ravanello!) sólo una prédica amorfa de Suquía, el Obispo de Madrid, y luego una comida en el Colegio de Areneros, todo ello nos supo tanto a Centenario de Comillas como si te sirvieran una tortilla con todo, menos con huevos.Hasta el hispanocatólico Cardenal comillés, Marcelo González, doliente de pura nostalgia, se volvió protestante en la comida: ―”Esto no puede ser “nuestro” Centenario”, pregonó.”Hay que ir a celebrarlo en Comillas, en la Cardosa, aunque tengamos que llevar cada uno su tortilla y la botella de vino debajo del brazo”. Este último detalle nos pareció a la mayoria una acrobacia difícil por lo resbaladiza, y más a nuestras edades. Salvo este detalle, la cosa resultó, y por cierto guisada en la cocina del Hispano y con el comedor lleno hasta los topes. Como fuera del Cardenal y del padre Baeza que presidían de sotana, los demás estábamos de paisano y en mangas de camisa, en Julio del 92, sentí, ya secularizado y desotanado, llegada mi hora de piripitinero ocasional en mis tiempos...Se daba el agravante de que nuestro Marcelo González, el Primado de España, se mostraba inquieto; preguntaba sin cesar cuándo iban a comenzar los “piripitines”.Quería que se metieran con él. Veía llegada la hora tan familiar de ser tenido en cuenta, o tal vez deseaba más bien beberse el cáliz cuando antes, tener el mal rato a sus espaldas, nadie lo sabe de cierto. Creo que los jovencitos de los años sesenta ya no disfrutásteis de lo mejor de las veladas familiares íntimas, de los piripitines.Qué era aquel maravilloso género musical? Lo vais a entender con el ejemplo de “mis” piripitines del Centenario (confeccionados de urgencia). Volvamos a Marcelo. Se puso muy triste cuando se le anunció que los piripitineros “oficiales” habían tenido un accidente por el camino y no podrían llegar ya de ninguna manera a nuestra comida. Me dio tal pena la desilusión del Cardenal, y eso en pleno Centenario, que escribí tres textos rápidos. Fui mesa por mesa seleccionando unos cuantos cantores de mis tiempos y salimos al tránsito a ensayar.Con las prisas sólo cantamos dos piripitines. El texto del primero rezaba (notas iguales para ambos versos): “Paladín de Niceay de Trento, en el Paraninfo solía disertar. Sol sol do do do si si si la la la si do sol la sol fa mi re do Un montón de cuartillas sacaba, los pipis decían: Cuándo acabará? Asistióa conclaves, (no es errata, pego las sílabas cuando lo pide la música) Mi sol fa mi fa re No lehi cieron Papa por casualidad, re re mi fa sol la sol fa sol fa mi. Carol le ganóen integridad. Mi sol fa mi fa la la sol mi ! A que nadie mea cierta quién es el señor del capelo? Sol sol do do do do si si si la la la si do sol do Quiéeeen?Sol mi (bien alto) bramaba triunfal el público y el sexteto silabeaba parsimonioso: ― Gon-zá-lez- Mar-ce-lo. SOL SOL- SOL RE MI- DO Su Eminencia se sonrió enigmáticamente, nadie supo por qué. A lo mejor, hasta le hizo gracia. Luego le cantamos otro (cuyo texto se me ha olvidado) al padre Baeza, criticando que levantó el Hispano y a los quince años lo vació para siempre. Rió como lo mandaba la liturgia,lo mismo que el Cardenal. El estilo piripitín, que los del sexteto dominábamos a la perfección, es algo muy parecido a los Laudes Hincmari, pero de menos bondad, como si en el Quijote, cuando mantean a Sancho Panza, le consolaran rezando salmos en estricto gregoriano. Digno de anotarse en letra pequeña y al pie de página sería lo siguiente: Cuando estábamos ensayando afuera, al llegar al verso en que se afirmaba que, en el conclave de la capilla sixtina, Carol Woytila le habia superado a Marcelo y precisamente “en integridad”,(la virtud más amada del Primado) y por eso nuestro Cardenal no salió Papa, uno del sexteto, (creo que fue Carmelo). se mostró preocupado: ― “Se va a molestar el Cardenal” ―nos alarmó. Otro de los cantores, por cierto Arzobispo y todavía en funciones, pero sin pectoral ni capisayos y tan en mangas de camisa como yo, replicóle sin vacilar un segundo: ―“ Pues que se fastidie!“ (con jota y una sílaba menos en el original).
Se ve que tenía sus
razones, al interior de la Conferencia Episcopal. Y este laico admiró lo
castizo que puede ser en román paladino un arzobispos moderno.
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