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Estelas: Crónica del 21 | |||||||||
En realidad el día 21 comenzó a nacer 15 días antes, como más adelante explicaremos al redactar la crónica en versión "acústica". Ahora, sin embargo, debemos atender a los que reclaman cuanto antes, una narración elemental de lo sucedido en ese encuentro. Nos vamos a situar en la víspera. Y por favor, no os fijéis demasiado en el estilo literario. Escribo deprisa, corrigiendo únicamente los errores más llamativos. Prometo revisarlos con tiempo en los próximos días. El primero en llegar sería Ángel Toranzo, desde Salamanca. Me había llamado por teléfono diciendo que saldría de Salamanca nada más comer y llegaría a Comillas a media tarde. Ángel había estado en Comillas desde el 62. Era, por tanto, de los más jóvenes entre los que acudiríamos a la Asamblea. Y, aunque luego pude saber que había alguno más joven que él, ya le habíamos propuesto que hiciera de Secretario en la mesa de edad. Dado que es profesor de Lengua en un instituto de Salamanca, su ayuda sería oportunísima para ultimar la redacción de estatutos, acta fundacional, etc. Así que, en cuanto llegó, le invité, tan interesado como amistoso, a venir a casa a echar una mano en la tarea. Pasadas las 11 de la noche llegó a Comillas el primer grupo. Rafael Manero y Mª Ángeles habían viajado desde Pamplona a Santander. Gregorio Azagra, Pilar, Pilu (su hija) y José Bailo habían salido de Madrid por la mañana. Era el cumpleaños de Pilar y se habían tomado el viaje como un regalo. Pilu y José Bailo se habían animado a última hora, supongo que animados por el calor de la convocatoria. Estaba previsto que yo me acercaría a Santander, desde Comillas, a recoger a Rafa y Mª Ángeles pero entre ellos encontraron mejor solución: los Azagra, que habían proyectado pasar la tarde en Santander se pusieron de acuerdo para traerlos hasta Comillas. Por supuesto me apunté a salir a recibirlos a la plaza de Comillas. La amistad que había nacido en estos días tan intensos de organización, a través de numerosas cartas, el blog, la música que Gregorio me había enviado, hacían muy deseado ese momento de encuentro. Así pues, Ángel, que se había quedado a cenar en familia, se ofreció a acompañarme desde Ruiloba. Cuando llegamos ya estaban esperando. Fue un encuentro realmente emotivo. Les conté las últimas novedades. Entre ellas, que había conseguido prestado un órgano electrónico que sonaba razonablemente bien. Hicimos planes para el día siguiente. Gregorio pretendía iniciar los ensayos a las 8 de la mañana. Le echaron el alto, claro está. Bueno, quedé en pasar a recogerlos en el hotel a las 9 de la mañana. Así empezó el día 21. En el salón de mi casa, en Ruiloba. Ángel y yo sacando chispas al ordenador y la impresora. Rafa Manero, Gregorio Azagra y José Bailo ensayando el Estrella de los Mares y adaptando la partitura que había escrito Rafa en un ritmo de 5/8 (ritmo de Zorzico lento) para que fuera fácilmente interpretable por los asistentes a la Asamblea, sin ensayo previo. Carmen y Sandra, ayudándonos a poner curiosa la casa. Cristina al frente de la cocina (tarta de manzana, quesada pasiega, arroz con leche.. para unos 20!) y "al borde de un ataque de nervios" porque, a las 11,40 había que estar en la estación de Renfe de Torrelavega a recibir a los que venían de Madrid: Carlos Muñoz, Antonio Albarrán y varios más. Hubo, ya de víspera y a esa hora, noticias menos gratas. Rosa Conde no podrían asistir por dificultades de transporte. Teresa Ruipérez, con un poco de fiebre, había tenido que suspender el viaje después de tener ya el billete comprado. Y la más frustrante: Jo sé Mª González Gayo, me llamaba poco después de las 8 de la mañana para decirme que había perdido el tren. Creo que en ese momento me habría puesto en carretera para ir a buscarlo. La carta que escribía unas horas después, respondiendo a la de Manolo González Oubel, traduce sus sentimientos: "Dices , Manolo, que qué envida te da pensar en ese encuentro que a esta hora y en estos momentos estarán teniendo nuestros amiguísimos compañeros comillenses. Dímelo a mí que perdí el tren esta mañana por un minuto de retraso que llegué cuando estaban ya cerradas las puertas del tren. Me dieron ganas de colgarme del tren e ir llevado a rastras como en esas películas románticas del estilo del Doctor Jivago, a través de campos nevados. jadeante............en busca de MIS RAÍCES.¡¡¡¡¡¡¡¡¡.No fue posible: el Metro de Gallardón me jugó una mala pasada al averiarse en Plaza España.....De allí cogí un taxi a toda pastilla camino de Plaza de Castilla, con el riesgo del taxista de perder puntos ante el exceso de velocidad...... pero imposible. Y una vez serenado, se lo participé Alejandro Rivas con esta guisa: "Convenit ut unus moriatur pro populo ", por nuestros inolvidables amigos de la C A R D O S A. Manolo: Que ese PIECECITO se mejore totalmento, y un fuerte abrazo para todos".
A las 11,40 tenía prevista su llegada, a Torrelavega, el tren de Madrid. Se trataba de un grupo numeroso y llegamos a tener en estado de alerta hasta 3 coches para acercarlos a Comillas inmediatamente. Incluso, algún miembro de la familia política, estuvo sacando brillo al coche, por si acaso. Luego, con la baja de Teresa, el cambio de planes de Antonio Pelayo que viajó por otros medios y el llorado "bloqueo" de José Mª González Gayo, con 2 coches sobraron plazas: Carlos Muñoz, Antonio Albarrán, Federico de Carlos y José Centeno. Para mayor facilidad, Luis Miguel León Montoya,, que venía desde Torrelavega con Mila, su dueña, se ofreció encantado a colaborar. A las 12,30, todos puntualmente en la plaza del ayuntamiento de Comillas. El tema del traslado a Comillas daría para mucho más. Alguno, por el enorme esfuerzo que supuso. José Luis Palacios, por ejemplo, recién llegado a Alicante desde Brasil, hacía, con su compañera Teresa, 700 kms. de viaje para llegar al Encuentro (inevitablemente con mayúsculas). A las 5 de la madrugada había empezado a rodar. Alguno, no tuvo éxito: Francisco Javier Barrientos, pese a su deseo, no consiguió regresar de Lisboa. José Manuel Ruiz Marcos, entusiasta también de este encuentro, estuvo a punto de coger un avión desde Alemania. Para no alargar en exceso este capítulo de traslados, permitid que os cuente el nuestro, corto pero simpático. Desde Ruiloba, 3 km. escasos pero cargados con el órgano y el trípode para apoyarlo, la impresora-scaner, ordenador, cables, paquete de papel, copias de partituras del Estrella de los Mares, documentación de Actas, Estatutos... Ah! y el viaje en el coche más lujoso en el que he puesto las posaderas. No doy detalles por discrección aunque, sinceramente, me pareció estar viajando en la cabina de un avión. El encuentro. Eran aproximadamente las 12,30. Me sentía nervioso aunque aparentando toda la calma del mundo. Hasta ese momento había controlado la situación, en digital. El ordenador, la impresora, el equipo de sonido, el teléfono, la cámara de fotos y poco más. Ordenando los tiempos en función de la fatiga, fijando las prioridades por escrito... tabla de reservas de hotel, tabla de adheridos, columna de comensales, agenda de contenidos del blog, gestiones pendientes... on-off, intro, copiar-pegar... Ahora, sin embargo, tenía frente a mí la realidad en 4 dimensiones y, realmente, no sabía cómo comportarme. Me reconocía como anfitrión y temía administrar mal los abrazos, equivocar alguna cara conocida, agarrotarme en un grupo y olvidar al resto. Ya no controlaba la situación. Creo que no oí ni un sólo "así que tú eres.." Los encuentros más sensibles fueron, como es lógico, los que tuve con la gente de mi curso. Éramos 6, una proporción elevada. Envolvía los abrazos con las frases de sus cartas. Alguna realmente simpática, decía "...nos vamos a ver, que no a reconocer...Calvo, gordo, artrósico, con unas gafas supercarísimas que no esconden los culos de vaso de las muchas dioptrías....(que nadie se sienta ofendido, me estoy refiriendo a mí)". Algunos llegaban, un tanto despistados, tras esperar un buen rato en la plaza del antiguo Ayuntamiento. Creo que acerté a saludar a todos, a algunos, al menos, con la mirada. Y enseguida me me refugié de nuevo en la organización. Lo primero, comprobar si la puerta principal estaba ya abierta (me habían avisado que iría la encargada de la limpieza, a abrir, 15 minutos antes de la hora fijada. Tenía su teléfono, por si acaso, y hasta el del policía municipal que podría abrir en caso de que fallara lo anterior. Pero no, ya estaba abierto y se había iniciado el único contratiempo serio de todo el día: un Concejal, había tomado la iniciativa de colaborar en la organización, sin previo aviso, y consideraba conveniente desplazar nuestra "sagrada" Asamblea al "ático" del edificio. Ya había ordenado él que se colocaran los equipos arriba, en el tercer piso. En fin, un tira y afloja (más "tira" que afloja, la verdad) en el que debió quedar muy claro que yo no estaba dispuesto a ceder. La Asamblea se celebraría en el lugar previsto y anunciado: en el noble Salón de Plenos. Porque el medio también es mensaje. Que pasé un mal rato, vaya. Ahora aprovecho para dar gracias a los que me animaron a mantenerme firme. Me alegro de haberlo hecho y pido disculpas a los pacientes "fundadores" que, sin saber muy bien qué ocurría, subieron y bajaron los 3 pisos del edificio varias veces. Por fin, ya ocupado el Salón, nos fuimos instalando: socios, acompañantes, mesa de edad, comisión gestora, aparatos, cables y complementos. Carlos y Ángel, Presidente y Secretario. Cristina a un lado con su precioso Vaio y la impresora que, tras unos intentos de incertidumbre nos dimos cuenta que no estaba conectada al ordenador. Risas, saludos, corrillos... Y la sala se fue llenando de silencio. Agustín Rodríguez y Mª Eloísa Naranjo, Ángel Sánchez de la Torre, Ángel Toranzo Fernández, Antonio Albarrán Cano, Antonio Pelayo Bombín, Carlos Muñoz Álvarez, Federico de Carlos y de Oto, Emilio Geijo Rodríguez y Blanca Domenech, Gregorio Azagra y Mª Pilar Albericio, Honorio García Díaz, Francisco Javier Montero Martínez, Jaime Serrano Tobalina, Xavier Sánchez Eraunski y Menchu, Jesús Sánchez Gutiérrez, José Bailo Ramonde, José Centeno García, José González Conde y Consuelo Bueno, José Luis Palacios y Mª Teresa Sanz, José Mª González Gayo (desde Madrid), José María Somalo Altuzarra y Emma Blanco, Juan Fernando Díaz-Munio y Mª Antonia Carabaza, Juan Francisco Lanzarote, Juan Gallastegui Duñabeitia, Juan Uruñuela Nájera, Laureano López Combarros, Luis Damborenea, Lino Ramón Uruñuela Nájera, Luis Miguel León Montoya y Milagros Barón, Martín Remón Jauregui y Carmen García, Pedro Velarde, Pilu Azagra Albericio, Rafael Manero Francés y Mª Angeles, Alejandro Rivas y Cristina Jiménez. Espero no haber olvidado a nadie. Pero, si así fuera, que me lo haga saber, por favor. La formación de la mesa de edad tuvo su complicación y hasta su dosis de gracia. Yo, como es lógico, no conozco la edad exacta de nuestra gente. Lo que sí sabía es que, a alguno de los mayores, no les hacía mucha gracia cumplir años. Tomé nota y decidí asignar por aproximación. ¿Resultado? Os contaré únicamente el primer intento y el definitivo. El primer intento, fallido. Ejercer de Presidente en aquel contexto suponía, para él, demasiada responsabilidad. El último fue glorioso. A mi petición, por carta, respondió inmediatamente: "Cómo que si acepto? Dime, más bien, cuánto hay que pagar por tener ese honor!" Y así fue: Carlos Muñoz Álvarez, propuesto como Socio de Honor, nuestro primer Presidente. El Orden del Dia estaba debidamente acordado por la Comisión Gestora: Oden del Dia de la Asamblea Fundacional de la Asociación de Amigos de la Schola Cantorum de Comillas. (Borrador)
Antes de comenzar, un recuerdo,, emocionado, a todos los que ya habían optado por el descanso eterno. Ecos y estelas que fueron y son. Presentes a través nuestro.
Y comenzó el saludo de Carlos. Sólo
le dediqué la mitad del alma... la otra mitad, volaba rasante sobre mil
recuerdos. Dicen que en los momentos críticos de la vida, uno pasa
revista, en instantes, a todo lo que ha sido. Creo que algo así
fue. Miraba a la sala, la veía llena de expresiones felices y recordaba
aquella frase de Antonio, unas horas después de confirmar la decisión de
hacer el encuentro en Comillas: Me sacó del ensueño el gesto de Ángel, con la carta de saludo del Consejero en la mano. Sí, tú mismo, le indiqué. Era una propuesta estimulante. Un poco extensa, quizá. Pero daba la impresión de ser sincera. También le puse pensamientos de fondo: ya veremos cuando necesitemos tu ayuda... Enseguida la candidatura a la nueva Junta Directiva. No había resultado fácil formarla. Antonio y José Luis tan ocupados, Rafael con sus reservas...al final Lino, con una aceptación generosa, nos iba a permitir ser número impar. Cómo se escribe la historia... El nombramiento de Socios de Honor también tuvo su anécdota: con la prisas olvidé, en el texto del acta que se pasó a la mesa, uno de los nombres. Y luego la solemnidad esencial: Miguel, Miguel Eizmendi. Yo no lo recuerdo de aquellos años, pero después de leer (quizá deba decir "estudiar" o "meditar") los escritos de Rafa sobre Miguel, su querido amigo, ya le sentía como amigo. ¿El cariño se contagia? No sé, algo debía explicar la emoción intensa que sentí con aquel "¿cómo prestar mi voz a alquien que la tuvo tan hermosa? ¿Cómo desvelar los secretos sentimientos de un hombre tan cordial, tan generoso, tan fiel, ... que tanto fuego y sabiduría derrochó dirigiendo la Schola...Apenas puedo desvelar, con mis palabras, la hondura de afectos que él sabría transmitiros con una simple sonrisa". ( ampl. 8/12/09)
Pero alejémonos un
poco del calor de las emociones y volvamos al de los pucheros. Como era previsible, quedaron aprobados por unanimidad.
(ampl. 12/12/2009) Inmediatamente después se nombró la primera Junta Directiva: Antonio Albarrán, Presidente; Alejandro Rivas Barreda, Secretario-Tesorero; Rafael Manero Francés, Federico de Carlos y de Oto, Manuel González Oubel, Lino Uruñuela Nájera y José Luis Palacios Garoz, vocales. Una Junta, creo yo, bien equilibrada. Se aprobó también la propuesta de nombramientos de Socios de Honor: Carlos Muñoz Álvarez, José Bailo Ramonde, Gregorio Azagra Plano, Gregorio Goicoechea Beascoechea, Bernardo Socobehere Bidondo. Tras el nombramiento de Socios de Honor, otro nombramiento muy especial, "In Memoriam": Miguel Eizmendi Lazcano, Scio de Honor In Memoriam y el agradecimiento, en su nombre, de quien fue su amigo, desde la infancia, Rafael Manero: Video-regalo de Pilu Azagra:
Y llegó el gesto
final, la firma musical, "unánime", una sola alma, 50 voces en una, a
las que los acordes de Gregorio Azagra, al órgano, pusieron en pie.
"Estrella de los Mares, cuyos reflejos...". No puedo saber cómo lo
vivieron los demás. De mí puedo decir que, tras los primeros compases,
me sentía de pie, sí, erguido y hasta elevado, reviviendo momentos
intensos de la infancia, en el Peripato, aquellas tardes de mayo en que
se abrazaban los aromas de la mar y de las flores. Poseído por esa fe de
niño, especie de sentido mágico de la vida que nunca se devanece...
(video de Pilu) No sé si fue el entusiasmo del momento o alguna indicación imprevista, el hecho es que acudieron a firmar el Acta prácticamente todos los presentes. Además de los que, por imposibilidad de asistir, habían autorizado a alguno de los presentes a firmar en su nombre. No tuvimos la precaución de aclarar que firmar el acta significaba reconocerse Socio Fundador. Y, lo que es peor aún, olvidamos, pedir una fotocopia del documento de identidad. Señor, cuantos quebraderos de cabeza nos habríamos evitado! En fin, la norma dice que el Acta Fundacional la deben firmar al menos 3 personas y supongo que no es muy frecuente que se sumen a la firma 60 más. Algún día no lejano, ya casi hoy, lo recordaremos como un simpático error. El proceso de la firmas fue realmente complicado . Pero bueno, lentamente, y a trompicones, fueron pasando los presentes a firmar por triplicado. Poco a poco la sala se fue quedando tranquila. Supongo que la hora, las 2 y mucho, había dado instrucciones precisas a los socios y que habrían salido ya en coche, en dirección al Bº de la Iglesia, el que habitualmente llamamos Ruiloba, para ocupar el terreno de la escena siguiente: La Cigoña. No todos acertaron a la primera, lo digo, entre otros por mí que, estudiando sobre el terreno los diferentes desvíos que hay para entrar en el barrio de la Iglesia, me pasé de largo y tuve luego que dar la vuelta. Tampoco mi buen amigo José Mª Somalo (la prevista 5ª voz en el Cantantibus...) acertó a la primera. Aun que él, menos familiarizado con la zona se pasó de largo bastante más. En fin, felizmente regresó y gracias al buen servicio de la Cigoña pudo recuperar poco a poco el retraso acumulado.
El comedor
resultó, creo yo de tamaño ideal. REcuerdo, cuando´las previsiones
andaban entre 10 y 15 comensales, haber reservado el comedor pequeño.
Luego, cuando llegamos a 20, el comedor pequeño empezaba a resultar eso,
pequeño. Aunque yo le ´decía a Manolo (el jefe) "mira, mejor apretados
que rodeados de mesas vacías"). Y seguimos creciendo. 25, 30. Ya era
inevitable pasar al comedor grande. Se fueron formando pequeños grupos de afinidad. Lógico. No tuve ocasión de observarlo con detalle. Y empezaron a llegar los chopitos, los patés... la croquetas (eran caseras, sin duda). Esta parte del menú no me parreció brillante. Pero, amigo! (en Cantabria se dice ah! migo!) cuando llegaron los segundos... aquella soperas humeantes: garbanzo con callos, sopa de pescado, cocido montañés. Eso era modo mayor y solemne. Probé de las 3. Y no fui yo solo en eso. Para mi gusto fueron los garbanzos los que merecieron el cum laude, pero el cocido montañés no le anduvo lejos. Y la sopa aguantaba bien el tono. Se veían caras de felicidad, creo que más intensa que al final de la asamblea. Cuando volvieron a pasar los camareros ofreciendo las carnes y los pescados muchos reaccionaban con cierto asombro. Eso me dijo Manolo. Pero sólo 10 de los 42 presentaron la renuncia. Es decir, a medias. Pues las raciones eran tan generosas que varios optaron por pedir un plato para dos. Los más votados? El rodaballo, la lubina, la carne asada con manzanas, el solomillo... Y de los postres, el arroz con leche, la quesada y la tarte de queso. Todos ellos de confección casera. Lo certifico. No bebimos demasiado (sería por los puntos?) . 15 botellas para 42 personas no es para marearse. Así que no nos dió por cartar, cosa que yo habría disfrutando un montón. Pero aunque hice alguna sugerencia, nadie se animó a dar la nota. Eso sí, la tertulia fue muy animada. Muchos elogiaron el menú. Y, como le dije a Manolo que vino solícito a preguntar, "ni una sola queja, Manolo, todos encantados". Antonio, nuestro recién nombrado Presidente, quiso aprovechar la oportunidad para hacer una especie de "sesión de trabajo". Parecía realmente difícl conseguirlo en aquel ambiente. Pero lo cierto es que pidió que se hicieran propuestas para un plan de trabajo y que hubo unas cuantas intervenciones. Para más detalles, incluso me atribuyó la inicitiva de pedir un avance de aportación económica para arrancar la tesorería. Tuve que matizar, como es lógico, que no era iniciativa mía y que, en todo caso, al depositar el importe de la comida (25 €) quien quisiera, con carácter libre y anónimo añadiera alguna cantidad. Así fuimos aparcando en una mesa un buen montón de billetes de 20, de 10 y de 50. Y, tras pasar por caja, 1.049, 35 €, y añadir 20 € de propina (mi primera decisión como tesorero que, lo confieso, no consulté con nadie) ha dejado un saldo en caja de 490 €. Uy! Qué tarde es! Y hablando de estos temas.. me voy a comer. Luego vuelvo.
Ya! Ya estoy de
vuelta. Y bien oportunamente, para comentar algo muy especial en la
sobremesa: Una carta de
Manolo Oubel "Queridos
amigos:¡Qué envidia imaginarios disfrutando de nostálgicas sensaciones
al pié de la Cardosa¡ Estoy con vosotros con el alma entera y espero que
planifiqueis el próximo encuentro para lo más pronto posible, fechas en
las que tendré perfecto ya el pie recién operado.
Otra de
José Manuel Ruiz Marcos: Estoy a vuestro lado controlando
emociones y envidiándoos por el piscolabis en Ruiloba..Estuve en
Comillas desde los 12 a los 21, fui de la Schola,contralto y luego bajo,
todo el tiempo del reducido y al fin del "ochote"como entonces lo
llamábamos, de gregorianistas. De mi tiempo quedamos ya pocos,
resístimos ahí dos guerras, un ciclón que nos dejó sin tejas y sin
vituallas y muchas hambres. La gran era de la Schola con salidas al
extranjero etc, no me tocó ya vivirla.Me uno a vuestra alegría, acato
vuestro voto para los cargos y espero mucho de lo que ahí en nuestro
Comillas está naciendo, vosotros como comadrones.Feliz parto!! Y una más, esta en verso y leída en directo por su autor, Agustín Rodriguez. Pena que no haya unas fotos para ilustrar el momento en que sacó los versos del bolsillo y se lanzó a recitar...
(ampl. 23/12/2009) La sobremesa
no duró demasiado. Así que tras los versos de Agustín, la
mini-reunión que Antonio insetó en el programa y la especie de colecta
"liberal" que se concretó en un buen montón de billetes esparcido por la
mesa, se inició el cambio de tercio. Varios tenían ya el plan de
regresar directamente a sus localidades de origen. Entre ellos Carlos,
Antonio y los que habían viajado, en tren, desde Madrid. Y no resultó
difícil ponerse de acuerdo para que les llevaran los que regresaban a
Santander o Torrelavega. Para el resto se ofrecía un programa abierto.
Entre las alternativas, la propuesta de reunirnos en mi casa en plan de
tertulia, audición musical, anecdotario. Entre medias se imponía un rato
de paseo, por aquello de tomar el aire y estirar las piernas. Aunque ya
empezaba a anochecer la mayoría optó por desplazarse a pie. Setecientos
metros hasta mi casa. Había tenido la curiosidad de poner el contador
del coche a 0 para medir la distancia con precisión. Camino en cuesta,
atravesando el campo, una subida estimulante. Ambiente fresco.
Combinación ideal para dejar atrás los probables excesos.
Poco a poco fuimos llegando. Veintitantos. Aproximadamente el número de
plazas previstas. Nadie tuvo que quedarse en el "prau" aunque tuvimos la
precaución de poner unas sillas, de esas de terraza, fuera, pro si
alguno prefería seguir hacer la tertulia a la belle étoile...
Y no, no conseguimos una sintonía colectiva. Decididamente los grupos de
tertulia no eran compatible con una audición musical "fina". Si se
hubiera tratado de los Rolling Stones.. tal vez. Pero, disfrutar los
responsorios de Prieto, interpretados por Azagra, demasiado sutil.
Venció el ambiente de tertulia y al cabo de un tiempo, los más adultos
optaron por una vista nocturna a la Comillas de Gaudí. La fotos que
hemos podido ver en el blog son un fiel testimonio de sus andanzas.
Con todo quedamos un buen grupo de 13..
Aunque el día había estado cargado de momentos intensos, debo confesar
que, para mí, aquel era el más especial. Salvo la compañía de
Centeno, que tampoco nos resultaba lejana, eramos todos de la generación
de los 60. Curiosa coincidencia para un década tan emblemática en la
música. En los 60 estuvimos en Comillas y en los 60 andamos ahora. Fue
curiosa la sintonía que se produjo en el grupo. Varios de nosostros
hacia más de 40 años que no nos veíamos ni nos hablamos. Sin saber apenas
los unos de los otros. Y estabamos allí, compartiendo un pasado que
ocupaba una dimensión fundamental en nuestras vidas. Tan evidente era,
que mi hijos, que seguían el encuentro "de refilón", al día siguiente
comentaban extrañados nuestro "parecido". Si es que hasta en la forma de
hablar, decían, tenéis el mismo estilo. Y algo de eso había. A mi
también me sorprendió. Eso y el que los valores que afloraban tuvieran
tantos elementos en común...
La víspera, yo me había acostado tarde, por ultimar algunos detalles.
Pero Cristina me había ganado. Hasta la 3 de la madrugada había estado
sacando chispas a los fogones. Albóndigas a su manera, croque-monsieur,
quesada pasiega, arroz con leche, tarta de manzana...Habíamos encargado
en Huelva una paleta selecta, completamente decididos a dejarla en "los
huesos". También los invitados habían traído delicias regionales. Creo
que podríamos haber cenado de nuevo los 42.
El caso es que el banquete de mediodía había sido tan abundante que no
encontrábamos el momento de lanzarnos al ataque. Y, cuando al fin nos
decidimos, hay que admitir que nuestro entusiasmo no estuvo a la altura
de aquellos manjares. Bueno, habría que salvar el honor de José Luis,
cuya delgadez resultó manifiestamente engañosa.
Eran aproximadamente las 2 y media de la madrugada cuando decidimos
batirnos en retirada. Había sido un día memorable.
El día siguiente amaneció de radiante primavera. Era uno de esos días
que Cantabria regala a sus visitas más queridas. Como en los versos de
Gerardo Diego que citaba Rafael:
...El cielo es azul celeste
Tranquila en el horizonte, juguetona entre la rocas de la orillas. Al
pasar por Puente Portillo, camino de la despedida, me puso un rostro tan
bello que detuve mi camino para besarlo.
Comillas, el pueblo, estaba tranquilo. Aún no eran las 10 de la mañana.
A la puerta del hotel, donde se alojaba un buen grupo amigos, no se veía
a nadie. A esa hora tenían previsto la salida hacia sus tierras. Decidí
entrar, pensando que quizá en la recepción habría ya alguien esperando
al resto de grupo. Confirmé la impresión que me había apuntado Angel.
Mobiliario y decoración discretos. Un poco oscuro. Se había quedado
antiguo aquel sitio... No se veía a nadie en el recibidor pero
cerca, en la sala de al lado, se oía una animada tertulia. Me asomé y..
sí. Eran
ellos.
Estaban desayunando. Gregorio, Rafael, Pilar, Pilu, Erauskin, Menchu,
Centeno, Bailo, Agustín, Eloísa..Poco a poco se fue sumando el resto:
José Mari somalo y Emilio Geijo, Enma y Blanca. Los último aún con cara
de "madrugón" contrastaba con el clima de humor de los que no habían
trasnochado. La mayoría. Humor, buen humor, que poco a poco fue subiendo
a la carcajada. Hacía mucho tiempo que no me reía tanto y, por supuesto
nada parecido en un desayuno. Las anécdotas que parodiaba Rafael y
Agustín, recordando los "tiempos" de Comillas, eran gloriosas. A una
lado Pilu, desde su móvil conectado a internet enviaba fotos y
comentarios al blog que tanto había animado aquel encuentro.
No miré el reloj, pero calculo que aquella sobremesa duró al menos 2
horas. Al terminar, nuevas despedidas: Regresos a La Rioja, a León, a
Madrid. Para otros, un pequeño grupo ya, el día comillés aún no
había terminado. El reencuentro, después de tantos años, y aquel
día primaveral, invitaban a tomar un últim sorbo de paisaje. Las fotos
que nos envió Javier, unos días después, eran el testimonio perfecto de
uno de esos días que se adueñan de la memoria.
Gracias a todos por una convivencia feliz.
Addenda: Publicada la última parte de la crónica, me manda Pilar un
recado en forma de cariñosa colleja: Por cierto,
me dice, en la crónica se te ha olvidado poner el obsequio que nos hizo
Cristina para el desayuno, sus riquísimas tarta de manzana y quesada.
Tanto cariño merecía al menos una mención extraordinaria. Pilar. ¿Solidaridad
de anfitriona y cocinera? Tienes toda la razón, Pilar. Para la velada de
la noche, Cristina había preparado delicias como para toda la Schola...
Ya lo mencioné: Varias quesadas pasiegas, tarta de manzana (que le sale
de vicio), arroz con leche... Y claro, los 13 que quedamos en la fiesta,
no conseguimos ni siquiera diezmar al enemigo. De modo que, a la mañana
siguiente, cuando me preparaba para acudir al hotel donde se hospedaban,
a despedirlos, se nos ocurrió llevarles, "para el viaje", lo que
realmente había sido preparado para ellos. Troceamos raciones
individuales de cada postre, primorosamente colocadas en una caja de
galletas, y... no llegaron a iniciar el viaje (los postres) pues
estando la mesa del desayuno puesta, no hubo duda alguna sobre su mejor
destino. Así fue; verdad Pilar?
Alejandro Rivas Barreda |
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Bernardo Socobehere por Rafael Manero
(9de noviembre de 2009)
Para cualquiera de mi
generación, que llegara a Comillas en los años 48-50, hablar de la
Schola sin nombrar a Socobehere era algo impensable. "In diebus
illis" no se podía concebir la Schola sin Socobehere, ni a Bernardo
(Beñardo, cariñosamente, para los amigos) sin la Schola. Para
nosotros fue el prototipo de "Bedel de la Schola" "ut sic". Los que
vinimos tras él, procuramos imitarle en la meticulosidad con que
llevaba el "Diario", en el cuidado y manejo del Archivo, en la
gestión de los intereses de la Schola ante las Autoridades de la
Casa (petición de vacación para la tarde del 22 de noviembre,
organización de la excursión anual, de "nuestras" meriendas-cenas,
preparación de "ponches" para los solistas -leche con huevo- en la
Enfermería del Hermano Castillo, y de leche caliente y caramelos
para todos los cantores antes de las actuaciones...) A sus órdenes
estábamos los "papeleros", los responsables de cada cuerda, en aquel
berenjenal de papeles - partituras y particelas-, que se organizaba,
para tener listas las carpetas antes de cada actuación. Un ejemplo
de sus desvelos y de su buen hacer como Bedel lo tenemos en el
concierto de Homenaje al P. Prieto en sus Bodas de plata como
Director de la Schola (véase el programa del 21 de febrero de 1950).
Sin su tesón y capacidad organizadora la fecha hubiera pasado
inadvertida. Fue capaz de remover Roma con Santiago para que el
famoso musicólogo don José Artero viniera desde Salamanca, donde era
catedrático, para hablarnos de "La personalidad musical del R. P.
José Ignacio Prieto", para que el P. Jaureguizar hiciera la
Presentación, y para que Antonio Rey, un canonista que era un buen
músico, dirigiera a la Schola en el concierto-homenaje.
Beñardo es navarro, de Valcarlos. Llegó a Comillas procedente del Colegio Apostólico que los Jesuitas tenían en Javier. Cuando yo lo conocí, su físico recordaba al de Ravel. Delgado, con perfil indudablemente vasco-navarro, pelo liso, peinado hacia atrás, y un "buen caer" inolvidable. Hoy, todavía sin jubilarse, sigue siendo párroco de Arizcun. ¡Querido Beñardo, Bedel de Bedeles de la Schola! Un fuerte abrazo. Rafael |