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T. L. de Victoria. Antología Polifónica ("Libro negro" publicado en la U.P. de Comillas)

Este año estamos celebrando el IV centenario de la muerte de Tomás Luís de Victoria. Arcadio se ha preocupado de recordármelo, enviándome la programación de conciertos que, por este motivo, se han organizado en toda España. Por otra parte, en la reunión de socios, que tuvo lugar en Comillas el pasado día 17 de septiembre, Lino sugirió la posibilidad de escanear para el blog lo que él llamaba “el Libro Negro de Victoria”: aquel famoso libro, que aparecía como entronizado en cada asiento abatible de la Sala de Música., y que en nuestra juventud abrimos innumerables veces para interpretar su música.
Uniendo estas dos sugerencias, se me ocurre pensar que esa publicación en el blog pudiera ser nuestro mejor homenaje a T. L. de Victoria y, al mismo tiempo, el merecido reconocimiento al valor de esta edición en la que Prieto vertió todo su saber como director e intérprete de su obra.
Del prólogo destaco este párrafo:
“Hemos procurado también presentar las obras (de Victoria) con toda clase de detalles de interpretación y signos de expresión para facilitar en lo posible a los directores la labor en los ensayos. La experiencia de casi cinco lustros en las diarias tareas de la dirección coral y el continuo contacto con la producción de Victoria a la que hemos consagrado nuestro cariño y nuestro tiempo, nos ha facilitado esta delicada labor. No es nuestro intento definir como única verdadera la versión interpretativa que aquí figura, pues al dejarnos en la oscuridad el autor de las obras, respecto a su intención en este punto, dio amplio margen a las disputas de los hombres”
Hoy día podemos encontrar interpretaciones de Victoria verdaderamente pulcras, exquisitas, con tempos que nos sorprenden por lo ligeros y vivos, con fraseos sutiles, que obedecen a una quironimia apenas dibujada en el aire, sin apenas acentos ni reguladores de expresión; un estilo con el que suenan de una forma parecida obras de carácter tan distinto como el “Pueri hebraeorum” y el “Tenebrae” o el “O vos omnes”, por ejemplo.
A pesar de esa impasibilidad tan hierática, tan uniforme, no es posible sustraerse al encanto que tienen estas grabaciones, porque la música en sí, en su estrato más profundo, generador de todas las posteriores interpretaciones; lo que Victoria imaginó en su soledad creadora, sin nadie aún que lo cantara, es una pura maravilla. (Audición "Pueri hebraeorum" >> )
Pero la forma con que esa música irrumpió en nuestras sensibilidades de infancia y juventud fue muy distinta, y está impresa precisamente en ese libro de pastas negras y letras doradas, como grabadas a fuego, indeleblemente, como la huella que esa música nos dejó en el alma. En los momentos más dramáticos de aquellas Semanas Santas, el gesto inolvidable de Prieto desató en nosotros un vendaval, un oleaje de emociones, tocado tal vez de un punto de desmesura barroca, que no tenía ninguna pretensión de reproducir estilos de época; que sólo obedecía a una íntima conmoción del director y de los cantores, que entendían el latín que estaban cantando: aquellos textos que conmovieron a Victoria, cuando compuso esas obras, que calan en el misterio del alma humana tal vez más hondamente que la del mismo Palestrina.
Cuestión de las cuestiones: ¿cómo interpretar a Victoria? ¿De forma apolínea y fría o dejándose llevar por el pathos que alienta en reguladores e indicaciones de expresión, tal como sugiere Prieto en su “Antología polifónica”?
Natxo Zurbano me ha contado que el P. Samuel Rubio, toda una autoridad en musicología, en un curso para directores de coro al que Natxo asistió, les dijo que, cuando apareció la “Antología polifónica” del P. Prieto, le hizo una crítica muy dura a propósito de los reguladores, acentos e indicaciones de “f” y “p” que en ella aparecen; pero que, con el tiempo, su criterio se había dulcificado, lejos ya de aquellos rigores e intransigencias de juventud. La emoción expresiva, que esos signos intentan subrayar, no puede estar ausente en una buena interpretación de Victoria.
No cabe duda de que Prieto nos hizo soñar con logros mejores que los que reflejan las grabaciones de los años 50 y 61, Los medios de que disponían los equipos técnicos de entonces eran muy pobres. Tal vez ni la propia Schola, con el peso muerto de tan numerosos cantores, se ajustaba a lo que él, como director, hubiera deseado: una afinación perfecta, un equilibrio muy medido en el empaste de las voces y, por encima de todo, un fuego interior, un hondo aliento que tradujera lo que Victoria sintió al componer esa música. Y esto, el fuego, el aliento, es lo que se propuso desvelarnos el P. Prieto al anotar con tanto cuidado los “detalles de interpretación y signos de expresión” en esta “Antología polifónica” de obras de Victoria: el “Libro Negro” con letras doradas que, cuando éramos jóvenes, nos franqueó las puertas de lo sublime (audición "O vos omnes" Schola Cantorum Comillas, 1961 >>.
Rafael Manero (25 de septiembre 2011).

Nota: La Antología Polifónica de Victoria (el famoso "Libro Negro" de las Schola) está disponible en la página PARTITURAS de nuestra web >>

Ver la presenttación escrita por J. I. Prieto >>

La elección de las ilustraciones musicales. Alejandro Rivas

Cuando Rafael Manero ultimó su artículo sobre la Antología Polifónica y la interpretación expresiva de Prieto, pensó en ilustrarlo con un ejemplo musical de cada una de los "modos". Decía en su carta: "Se me ocurre que para apreciar esas dos formas de interpretar a Victoria, la apolínea y la apasionada se podrían añadir un par de ejemplos sonoros. Arcadio me regaló un disco con primorosas interpretaciones de Victoria. Se podría escoger, por ejemplo el "Pueri hebraeorum" y poner a su lado el de la Schola. No sé qué tal iría la cosa". Yo, desde mi devoción por las ciencias experimentales, consideré que era una forma de comparar muy próxima a la ley de la variable única. Mas.. unos días después: "...La interpretación del “Pueri” que figura en un disco que él me regaló me parece de perlas para conocer otras formas de interpretar a Victoria. ... De entre las obras cantadas por la Schola, que figuran en el AUDITORIUM, creo que el “O vos omnes” de voces graves del año 61 puede ser un buen ejemplo de interpretación “apasionada”... Esto no era lo hablado, me dije. ¿Cómo descubrir netamente  la diferencia comparando dos obras distintas, interpretadas de forma tan diferente no sólo en cuanto a expresividad? En aquel momento no tenía yo ni idea de quién era Mena; apenas identificaba aquella voz de "falsete", no sabía qué tipo de voz era un contratenor y hasta confundí el acompañamiento de la vihuela con el de una especie de piano antiguo. Pero Rafael insistía

"... Como ves es un Pueri delicioso: todo lo que escribió Victoria está ahí. El origen de toda belleza interpretativa está en “él”, la verdadera grandeza está allí, en esa “cosa mentale” que imaginó Victoria: ella es la verdadera “fonte escondida, que mana y corre” y que todos los intérpretes beben de ella. Por eso son absurdas las ideas de márketin, que a veces prevalecen hoy, ..."

(Nota: pinchar en la imagen para acceder al cuadernillo explicativo)

Volví a escribirle explicando mis "razones": Me había hecho la idea, Rafael,  de que la ilustración sonora sería un plan experimental: misma pieza, mismo coro (o casi) versión apolínea/ versión expresiva.  Así pues, sorpresa con el planteamiento pueri/o vos omnes. Por otra parte, supongo que por mi falta de formación musical, me resulta casi imposible separar obra e interprete. Mucho más si cambia el modo (un solista con acompañamiento de piano). En tales circunstancias me resulta casi imposible aplicar las enseñanzas de tu artículo. No me ocurre sólo con Victoria. La mayoría de la piezas sagradas (el famoso Let it be de los Beatles, por ejemplo) si las oigo interpretadas por otro, sólo me parecen valiosas si el nuevo intérprete es otro mito. ...Sospecho que a otros muchos les pasaría como a mí. No serán capaces de entender la cuestión de la “expresividad” ante versiones dispares de obras diferentes. Sin embargo, como buen alumno, respetaré lo que tú decidas y intentaré aprender.

Su respuesta: El poner dos obras diferentes se debe a que yo preferiría que se captaran esas formas de interpretar Victoria: la apolínea y la apasionada. Por eso he escogido esa rara interpretación del Pueri con voz y acompañamiento de vihuela como ejemplo de lo apolíneo,. más que poner la misma obra que nos llevaría a hacer comparaciones en las que la Schola saldría mal parada, por cuestiones de vocalización, afinación, empaste etc. Porque no se trata de descalificar una forma frente a la otra, sino de captar lo bello que hay en cada una. En esa interpretación con solista no hay nada inventado en cuanto a escritura musical, son las notas que escribió Victoria y nada más que ellas. Por eso participa esa interpretación de la Belleza original. Me gusta porque, a pesar del ropaje, es el “Pueri” de Victoria.

Aún tuve la oportunidad de recibir una nueva lección . Si se elegía el O vos omnes, mi recuerdo de niño estaba amarrado a aquel "si est dolor..."  tan apasionado. Y, claro está, esa es la versión que me gustaría enfrentar a la apolínea de Mena. Al buscarlo en las interpretaciones grabadas por la Schola descubrí que sólo aparecían las versiones a voces graves. Así que volví a escribir preguntando: "Por qué las dos versiones grabadas por la Schola (1950 y 61) del O vos omnes son a voces graves y la que figura en el Victoria (Libro negro) es a voces mixtas?

Ah!, me olvidaba. ¿Todos vosotros conocéis la diferencia entre un motete y un responsorio? Yo no. Pues ahí tenéis una nueva lección:

En el Victoria, -respondía Manero unas horas después- ,figuran los dos O vos omnes: uno como motete a voces mixtas pág. 47 y otro como Responsorio pág. 108. Son dos composiciones distintas, como verás al escucharlas con atención, mejor todavía si las sigues con partitura. El texto es el mismo. Los momentos supremos del “si est dolor sicut dolor meus” son también muy semejantes. El resto se trata de composiciones distintas: no es un mero transporte tonal (de voces graves a mixtas o viceversa) El de voces graves está tratado como Responsorio. Si te fijas, todos los Responsorios de Victoria, interpretados en los Oficios, tienen una parte a tres voces a la que se “responde” con la repetición del fragmento final de la obra (por eso se llaman Responsorios). El de voces mixtas, que figura como Motete, no tiene esta disposición. Se interpreta todo seguido (sin esa parte a tres voces) como cualquiera de las otras composiciones que figuran como Motetes (en el índice son las 13 primeras composiciones) A mí casi me gusta más el de voces mixtas (el Motete), pero he escogido el Responsorio a voces graves, porque loi encuentro, en la interpretaciones de los discos de la Schola, muy expresivo... Me gusta ese del 61, más que el del 50.

 

PRIETO NUNCA CANTABA
Hay directores a los que se les oye o se les ve  cantar, batuta en mano. Pero Prieto nunca cantaba. Después de lo trabajoso de los ensayos previos, hacíamos ante el público "el estreno" para él. Entonces él, creo yo, oía  (por primera vez de veras?)  la pieza, gozaba de “nuestra” música,  se alienaba  oyéndonosla cantar. No era ya él, éramos nosotros los creadores. Él había sido  condición; ahora se adentraba en el éxtasis, se perdía en el Misterio y entraba en él con nosotros. Qué escasos comentarios hizo él sobre esta su aventura. Los sabía imposibles.

Puedo decir, eso sí, o al menor intentarlo, cómo yo me sentía. Me ahondo en recuerdos. Nunca tuve lo que algunos llaman “fascinación” frente al artista-director, yo me sentí, ya en el paraninfo o el el coro en Semana Santa, creador, aupado por cien creadores más,  sentiendo lo mismo. Me transformaba en imprescindible, como mis compañeros. Los sentía vibrar, conmigo al unísono.. Todos ellos renunciando a definírselo, a hacer tema de ello, como yo. Entregados en cuerpo y alma al Misterio.

Que hablen los compositores entre nosotros. Cuándo oísteis de verdad y por primera vez vuestra composición? Cuál fue la diferencia entre concebirla y oírla “cantar”, no en los ensayos, sino en el concierto, ya con la técnica dominada?

Para hablar del Misterio, me he dicho muchas veces, la única lengua posible es el silencio. Ahora he comprendido, leyendo vuestras impresiones, que la que sí entra en el Misterio es la Música. Con ella damos el paso, siempre tímido y siempre obstinadamente callado, a lo transcendental.. Y la música logra mejor la entrada en el Misterio cuando va orlando textos tan sublimes como los de  Victoria. Qué remueve y revuelve en mí, oscilando entre intelecto y emoción, el “Caligaverunt oculi mei a fletu meo, quia elongatus est a me qui consolabatur me”? “Videte, si est dolor sicut dolor meus?” Cada palabra, cada verbo, cada adjetivo, es un fogonazo, una andanada sobre el pináculo del alma. Son sentimientos del Nazareno, son los míos? Qué recuerdos, que penas, que añoranzas, cuánta historia propia y ajena resbala sobre mí cuando canto en el oficio de Tinieblas  este texto?

 Todas las expresiones que buscáis y que leo con admiración, son y serán siempre inadecuadas, porque nuestras lenguas están hechas para que las hable el intelecto. Ni siquiera los poetas, los más pioneros y luchadores, consiguen del todo ser excepción. No van a ser los comentarios sobre partituras o  interpretaciones, por más oportunos que sean. Sólo lo es el dejarse llevar en volandas a lo desconocido, con la Fe de un Abrahán. “Deja tu patria y vete a la tierra, que yo te mostraré”. Entrar en los reductos donde se llora, se grita, se sufre, se suspira  y se goza, todo ello sin palabras. Y saber que, saliendo desorientado  de la neblina del Misterio, (alguien habla ya de “la noche oscura”) te va a ser imposible incluso comunicárselo a nadie, comentarlo. Decir, no podremos decir mucho. Y lo que al fin digamos serán siempre balbuceos de “infante”, evocando al Misterio.

José Manuel Ruiz Marcos (1 de noviembre 2011)