Las
Hogueras de San Juan. Comentario de Rafael Manero
Al final de las Notas al Programa, que ilustran
este concierto de Santa Cecilia del 47, se ofrece al público, en
edición aparte, el texto íntegro del poema del P. Augurio Salgado,
sobre el que compuso el P. Prieto esta Suite sinfónico-coral. Al
mismo tiempo, en esas hojas figura un comentario, probablemente
escrito por el mismo P. Prieto, que resume el argumento de los
versos, y nos descubre esa íntima relación que se da entre la
expresión poética y la expresión musical, creadora de atmósferas,
evocadora en todo momento de lo que este magnífico poema descriptivo
nos cuenta.
“Las hogueras” ha sido una
de esas composiciones que, como el Guadiana, se sumergían en el
silencio y la oscuridad del archivo durante unos años, y volvían a
aparecer brillantes, encantadoras y frescas en conciertos que
dejaron honda huella en nosotros. Carlos Muñoz, en “El ECO DE
AQUELLAS VOCES”, ese verdadero “principio y fundamento” de nuestros
actuales entusiasmos, ha escrito la historia de esas apariciones y
ocultamientos. Remitimos al lector a las páginas 174-75, para que se
informe y para que, si no ha comprado todavía el libro, lo haga
inmediatamente. Allí, hasta el año 54, aparecen también citados
estos programas de conciertos de Santa Cecilia, que irán apareciendo
aquí, en nuestro blog, “en vivo y en directo”, es decir, escaneados
incluso con las huellas de haber sido leídos y conservados
cuidadosamente por los hermanos Zurbano. Los que tuvimos la
oportunidad de cantar “Las hogueras” en diversas ocasiones, llegamos
a sabernos de memoria el extenso poema del P. Salgado. No hay duda
de que las palabras quedan hondamente escritas en nuestra memoria,
cuando es la música el prodigioso cincel que en ella las graba.
Gregorio Azagra, que
muchas veces me parece un Prieto redivivo en su forma de sentir la
música, ha hecho una versión de ésta Suite sinfónico-coral con
sonido electrónico, que me parece prodigiosa. Las voces no
pronuncian palabra alguna. Se desenvuelven con una especie de
vocalización inarticulada. Sin embargo, los buenos conocedores de la
obra por haberla cantado, llegarán sin duda a adivinar la letra del
poema, sobre todo en algunos de los momentos más característicos: la
insistente pregunta con que se termina cada uno de los movimientos;
el momento de la primera parte en el que los mozos encienden la
hoguera, echando en ella “el ramaje de sus gracias, para que
crezca…para que crezca; el grito de las madres “¡a dormir!”
en el misterioso nocturno de la segunda parte; el amanecer “en tanto
el sol se levanta como un profeta”; el solemne unísono del “¡que
amanezca!”, evocando la orden de Dios en la primera mañana de la
Creación.
El acompañamiento requiere
un comentario especial. Partiendo de una partitura para piano,
Azagra ha hecho una orquestación totalmente original suya, en la que
el impresionismo de la composición brilla con todas sus galas.
Prieto en su juventud fue una poderosa esponja que asimiló las
esencias del impresionismo (Ravel y Debussy), y en él están sus
raíces. Muy distinto en esto a Otaño, con el que nunca tuvo relación
de discípulo-maestro. En las “Hogueras” despliega todo su brillante
talento de músico embebido en su tiempo. La orquestación de Azagra
nos hace presentir un puro Debussy en el comienzo de la segunda
parte con la escala de tonos enteros con los que se inicia el
nocturno, y en algunos otros momentos en los que adivinamos un clima
sonoro parecido al de las “Noches en los jardines de España” de
Falla.
En resolución: un verdadero regalo que el blog
de Alejandro nos permite disfrutar.
Ahora, con la letra del poema ante nuestros
ojos, os propongo que tratéis de seguir la música. Sin duda,
volverán a poblarse nuestros sueños con aquel bosque encantado de la
fantástica suite impresionista de Prieto, que tanto nos fascinó.
Rafael Menero.
12/12/2009